En los próximos días queremos hacer una pequeña ruta por Portugal pero, antes de meternos de lleno en el país luso, hemos querido pararnos un fin de semana en Badajoz. Hacía unos años que no venía hasta aquí, y a decir verdad, la ciudad ha cambiado mucho, y para bien.
La mayoría de sus lugares históricos se han restaurado, se han creado rutas turísticas, y en la oficina de turismo nos han tratado fenomenal, como dando a entender que en Badajoz se quiere recuerar el gusto por el buen turismo. Y es que esta ciudad extremeña, aunque muchos digan lo contrario, tiene mimbres para ello.
Precisamente, en la oficina de turismo nos habilitaron un folleto en el que se nos especificaba todo lo que podíamos visitar de verdadero interés en la ciudad. Hicimos caso al documento, y visitamos en primer lugar el Museo Extremeño e Iberoamericano de Arte Contemporáneo, un edificio que, hasta mediados de 1980, era la cárcel de la ciudad. La visita es gratis, ojo.
De allí nos pusimos a callejear por el centro histórico, hasta dar con la Catedral de Badajoz, en pleno corazón. Se trata de un templo del siglo XIII, que en sus orígenes fue una mezquita, y que hoy se nos muestra como una gra iglesia de estilo renacentista, gótico y plateresco. La mezcla de estilos es magnífica.
Como en la oficina de turismo nos insistieron tanto, no tuvimos más remedio, y menos mal que lo hicimos, de visitar la Alcazaba de Badajoz, construida en el siglo IX, situada en la zona alta de la ciudad. Es un recinto de gran belleza, que encierra dentro de sus muros el Palacio de los Duques de la Roca, museo arqueológico con una muy buena colección de piezas visigodas y romanas. La visita es gratuita.
Al ser fin de semana, cuando bajamos de la Alcazaba había ya mucha animación por las calles. Quisimos quedarnos a tomar algo en alguno de sus pubs, y os podemos decir que los mejores se encuentran en la zona del casco antiguo, y alrededores de la Plaza de España.
Ni que decir tiene que Badajoz nos dejó un muy buen sabor de boca. Hasta este viaje nos habían dicho que era una ciudad en la que no había mucho que ver, y que muchos pasaban por allí como puerta de entrada a Portugal. Nosotros desde aquí os recomendamos lo contrario. Badajoz ha mejorado con el tiempo, como los buenos vinos.
Foto Vía Oliventino
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