Siempre me he sentido atraído por las cosas antiguas. El encanto que desprende un pueblo pintoresco y medieval, las ruinas de algún viejo castillo, la imponente silueta de las viejas catedrales. No solo por su peculiaridad, sino por el aura mágica que desprenden, la sensación de que por allí han transitado siglos y siglos de historia, miles y tal vez millones de personas.
Por eso cuando en mis vacaciones Menorca me comentaron que la isla cuenta con algunos de los mejores yacimientos arqueológicos que pueden verse en España, no me lo pensé dos veces para ir a visitarlos. Dejé a un lado por unas horas mi hotel, mi piscina y mi tumbona, y me perdí en primer lugar por la Torralba d’en Salord, considerado el mejor ejemplo de la cultura talayótica en Menorca.
Para ir a visitarlo nos dirigimos al sur de la isla, concretamente hasta Alaior, a solo 12 kilómetros al oeste de Mahón. Es un lugar sencillo pero mágico, de esos enclaves en los que sabes que la historia no ha pasado ni mucho menos de puntillas. No en vano estamos hablando de un poblado que estuvo habitado entre el año 1.000 a.C y la época romana, de ahí que estemos hablando de más de tres mil años de existencia.
El centro neurálgico del poblado es la Taula de Torralba, uno de los símbolos de Menorca. Se trata de un monumento en forma de T (de ahí su nombre de Taula) de casi cuatro metros de altura y dos de ancho, y en el que a su alrededor se realizaban diferentes rituales y ofrendas.
Completan el poblado dos talayotes, una casa pretalayótica, una casa del siglo XVII con una pequeña capilla en su interior, una cantera de piedra marés, una sala hipóstila, varias tumbas y santuarios con distintas mesas.
Y si después de la visita a Torralba d’en Salord aún no os habéis sentido lo suficientemente maravillados, cerca de aquí se encuentra el Pou de Na Patarra, un pozo de 50 metros de profundidad del que se cuentan numerosas leyendas. En la isla se le llama popularmente la Puerta del Infierno. Imaginaros…
Foto Vía Foto Community
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