Mérida es una de las ciudades más bonitas y con más historia del sur de España y quizás de la península entera. Esta localidad cuenta con monumentos como por ejemplo el Teatro Romano, del cual hablaremos hoy.
El Teatro Romano de Mérida data de 15 o 16 a.C. y fue donado por el emperador romano Marco Agripa. Su antigüedad data de la misma época que de la fundación de Emérita Augusta y en ella podían caber hasta cinco mil personas en una altura de 22 metros.
Los asistentes a los teatro se determinaban según la clase o condición social que se tuviera. Así, por poner un ejemplo, el foso de la orquesta estaba reservado para la clase más alta, los senadores y los altos cargos. Mientras más arriba se fuera, mientras más filas superiores se superan más pobres y esclavos se encontrarían.
El teatro y el anfiteatro se sitúan uno al lado del otro y existe la posibilidad de acceder desde el museo a través de un túnel. Se supone que en la época romana, este centro, debió ser el gran núcleo del ocio en Mérida. Los gladiadores entraban en la arena del anfiteatro a través de dos grandes corredores aunque, hay que decirlo todo, la mayoría de los participantes en la arena eran los condenados a muerte o sirvientes.
En la parte trasera del escenario había dos habitaciones que usaban los actores con un peristilo con jardines y una pequeña capilla para el culto imperial.
La llamada fossa arenaja era y es la hendidura en forma de cruz que existe en la arena del anfiteatro. En la época de su uso, esta zona estaba cubierta con tablas de madera y albergaba animales enjaulados y a los luchadores para presentarlos a escena. A veces se inundaba de agua para simular batallas navales.
Lo cierto es que la muerte era el tema central del anfiteatro, no obstante, tampoco hay que equivocarse al respecto y es que en el teatro se solía ganar mucho dinero. Los animales se trasladaban desde Asia y África con el fin del espectáculo y los gladiadores que luchaban contra los animales recibían el nombre especial de Venator.
La historia del teatro se acaba más o menos a finales del año 400 ya después de Cristo. Al no encontrarse en uso, sus paredes se convirtieron en materia de construcción para otros edificios de Mérida.
Así pues, una visita al Teatro y Anfiteatro de Mérida nos abrirá los ojos respecto a la importancia del lugar y las costumbres de ocio de los romanos.
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