Hoy propondremos una pequeña ruta por la Salamanca Jacobea, una ruta que perfectamente podremos hacer estando alojados en uno de los hoteles en Salamanca y no obligatoriamente haciendo de peregrinos.
Y es que Salamanca es una ciudad jacobea singular, con algo así como estilo propio. Esto se da a causa de que esta ciudad castellana comparte el espíritu de Cluny, es decir, del romanismo que trajo Raimundo de Borgoña con la política de repoblación. La Catedral reina entre todos los templos de la zona, pero también merece la pena una pequeña visita por la cantidad de pequeñas iglesias de la ciudad.
En Salamanca también se respira la atmósfera del “camino”, de la variante sureña del Camino de Santiago, el llamado Vía de la Plata, por la que dicen que llegó el cuerpo del apóstol y la que utilizó incluso Almanzor para llevarse las campanas de Santiago hasta Sevilla.
Además, si tuviésemos que clasificar a Salamanca dentro de un estilo arquitectónico o movimiento cultural concreto, sin duda Salamanca sería renacentista. Cuando el Camino de Santiago entró en crisis, la ciudad de destino y Salamanca establecieron una relación especial de intercambio cultural, donde sin duda la belleza salió ganando.
Si aconsejáramos un itinerario por la Salamanca jacobea, sin duda animaríamos a la gente a hacer el itinerario que comienza en el Puente Romano y que sigue hasta la Iglesia de Santiago, la Catedral Vieja y la Casa de las Conchas. Además, podríamos visitar la Clerecía de San Marcos, el Colegio del Arzobispo Fonseca, la Casa de las Muertes y el Convento de las Úrsula. Para acabar, toda ruta por Salamanca tendría y tiene que acabar en la Plaza Mayor y el Palacio de Fonseca, hoy sede de la Diputación provincial.
Así pues, Salamanca es mucho más que la típica ciudad estereotipada de Castilla y León. Salamanca nos esconde innumerables secretos y rincones que tan sólo descubriremos y disfrutaremos paseando por sus calles, conociendo a sus gentes y haciendo volar la imaginación para recordar un pasado lleno de acontecimientos y ebullición, la típica ebullición que el Camino de Santiago y la Vía de la Plata ofrecen a cualquier ciudad que se encuentran a su paso.
Foto Vía: Julio Navarro
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