Había pasado por ella en multitud de ocasiones, pero nunca había tenido la oportunidad de visitarla. Aquel día, y con la excusa de buscar un buen lugar para almorzar, paramos por fin en Medina del Campo. Al final, como suele ocurrir en estos casos, tuvimos que buscar alojamiento porque la visita se alargó más de la cuenta.
Porque descubrí que Medina del Campo es un lugar que merece la pena. Imaginaba las veces que había pasado por ella, descubriendo en el horizonte la imponente mirada del Castillo de la Mota. Ahora tenía la posibilidad de perderme por sus callejuelas, visitar la Plaza Mayor al amparo de la Colegiata de San Antolín, del siglo XVII, y cómo no descubrir buena parte de la historia de España en una de las fortalezas más conocidas de este país.
Si tenéis la oportunidad de llegar a Valladolid con vuestros vuelos baratos, acudid a esta Medina del Campo de enorme abolengo castellano. Aquí murió Isabel la Católica en 1504. Precisamente en la Plaza Mayor visitamos el Palacio Testamentario, donde la reina escribió sus últimas voluntades. Está situado junto al Ayuntamiento, un edificio barroco del siglo XVIII del que os llamarán la atención sus enormes balconadas.
Pronto os daréis cuenta del trazado de realeza de Medina del Campo. Rincón ineludible de viejos caballeros y monarcas, nobles que seguramente pondrían sus pasos en edificios tan insignes como el Palacio del Almirante o el magnífico Palacio de las Dueñas, construido en estilo renacentista en el siglo XVI.
Medina del Campo es también recóndito refugio de un interesante patrimonio religioso, que sobresale con la mencionada Colegiata de San Antolín, que alberga un estupendo retablo mayor. Asimismo, hay que visitar la Iglesia de Santiago, del siglo XVI, la de San Miguel, de la misma época, y los diferentes conventos de los carmelitas, agustinos y dominicos.
Pero, claro, la visita más imprescindible y llamativa de Medina del Campo es a su imponente Castillo de la Mota, construido en el siglo XV. Cuántas veces lo habré podido distinguir desde la carretera, especialmente con su recia Torre del Homenaje. Situarse a los pies de esta fortaleza es uno de los grandes recuerdos que tengo de aquella Medina del Campo que, al final, me atrajo mucho más de lo esperado.
Y es que, como dice un buen amigo mío, hay joyas que, por conocidas, se suelen olvidar, pero de brillo están hechas.
Foto Vía World Atlaspedia
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