Al llegar a Madrid los primeros paseos tienen como destino los lugares más emblemáticos de la ciudad y que es imposible no visitar.
Sin embargo, Madrid nos propone sitios de gran belleza y colmados de historia que se encuentran un poco más alejados, pero que vale la pena conocer.
Por ello, una vez elegido el alojamiento entre la diversidad de ofertas de hoteles en Madrid y después de haber recorrido una parte de esta hermosa ciudad una escapada hacia las afueras se transformará de seguro en un día inolvidable.
Famosa por su magnífico palacio y hermosos jardines, la localidad de Aranjuez es uno de los destinos más populares para los viajeros que luego de recorrer el centro de la ciudad buscan otras alternativas de sitios especiales para visitar.
Los Jardines de Aranjuez están formados por una serie de parques y pequeños bosques que se destacan por sus numerosas estatuas y fuentes, situados todos ellos junto al río Tajo y al magnífico Palacio Real de Aranjuez, otra de las atracciones que ver en Madrid para quienes gustan de la arquitectura en sus diferentes estilos.
A espaldas de la Plaza de Armas del Palacio Real, el Jardín del Parterre sorprende al visitante con un paisaje de caminos recortados y variadas plantaciones de coníferas, adornados con elegantes fuentes de diseños diversos.
Mandado a construir por Felipe V, fue el jardinero francés Esteban Bouteleu el encargado de realizar la obra, que fuera posteriormente completada por Carlos III con el agregado de jarrones de flores insertados sobre pedestales. Distinguiéndose también sus tres fuentes la de Hércules y Anteo, la de Las Nereidas y la de Ceres.
Llegando al extremo occidental del Jardín del Parterre se encuentra una pequeña plaza de forma cuadrada donde se levanta el Jardín de la Estatuas, mandado a construir por Felipe II y que cuenta con bustos de mármol que representan a reyes de España, emperadores romanos y otros personajes ilustres de la antigüedad.
Ya fuera del recinto del palacio los Jardines del Príncipe colmados de caminos y rincones intimistas que invitan a un recorrido detallado del lugar que se destaca por su variada y frondosa vegetación.
Siendo el más extenso de todos los jardines del lugar y contando con aproximadamente unas 150 hectáreas, cubiertas de una variedad de diferentes especies de árboles como cipreses, pinos, castaños de indias, plátanos y magnolios.
Dentro de este mismo espacio se encuentra la Casa de Marinos, que posee un embarcadero fortificado utilizado por los reyes cuando hacían sus paseos por el Tajo y la bella Casa del Labrador obra de Carlos IV y que cuenta con varias estancias destacándose la Sala de Billar, la Sala de Baile y la Galería de las Estatuas con una colección de gran valor artístico de bustos de personajes clásicos.
Puede visitarse aquí el Museo de Falúas Reales y disfrutar de una excelente exposición de este tipo de embarcaciones que eran muy utilizadas por la Corte
Utilizado actualmente para la presentación de diversos espectáculos musicales el Jardín de la Isla rodeado en tres de sus lados por el río Tajo y una ría artificial en la parte sur donde se destaca su pequeño puente que data de la época de los Reyes Católicos.
Finalizando el paseo el Jardín de Isabel II presenta un espacio cuadrado ubicado junto a la Plaza de San Antonio, que fuera construido en el siglo XIX, época en que Isabel II era apenas una niña. En el centro del jardín un pedestal de mármol descubre una estatua hecha en bronce que representa la Reina Niña rodeada de bancos de piedra y jarrones con flores.
Foto Vía: Ángel Serrano Sánchez de León