Siento especial predilección por los pueblos pintorescos del norte de España. Raro es el año que no coja el coche y me pierda por alguna ruta en busca de estas pequeñas joyas. Cualquier excusa es buena: su gastronomía, su patrimonio monumental, el entorno natural… Con tal de sentirnos a gusto, ¿verdad?.
Liérganes ha sido uno de mis últimos descubrimientos dentro de lo que yo llamo lugares con encanto en España. Se trata de un pueblo situado apenas a 25 kilómetros de Santander, a mitad de camino de lo que es el mar y la montaña en Cantabria. Un lugar perfecto para una escapada de fin de semana, de invierno o de verano.
Cuenta con algo más de dos mil habitantes y, desde 1976, su casco viejo está declarado Conjunto Histórico Artístico. Por tanto pasear por sus calles recoletas y empedradas resulta todo un placer, al abrigo de enormes casonas nobiliarias con balcones y macetas de vivos colores en las ventanas.
A sus pies corre el río Miera, que le da aún más si cabe un toque pintoresco y fresco, saludable. En nuestro paseo encontraremos monumentos como la Iglesia de San Pedro, del siglo XVIII, o la Capilla del Carmen en el populoso barrio del Mercadillo, así como el Puente Mayor que se erige desde el siglo XVI sobre el río.
Junto a Liérganes hay una colina desde la que se contempla una magnífica panorámica del pueblo y el valle circundante. En esta colina se sitúan la Iglesia de San Sebastián, de gusto románico, y la Iglesia de San Pantaleón, construida en estilo gótico entre los siglos XIV y XV.
Además de este gusto por la piedra y las calles del casco viejo, el turismo de Liérganes viene atraído por su balneario, situado en torno al manantial de Fuente Santa. Ya era muy conocido a principios del siglo XX, y hasta él se acercaban las grandes familias de la nobleza santanderina.
En los rincones más emblemáticos de Liérganes, como la Plaza del Marqués de Valdecilla, podéis sentaros a degustar lo mejor de su gastronomía, especialmente el riquísimo queso de nata, típico de esta zona, o porqué no algo también muy propio, unos chocolates con churros.
Liérganes no es un pueblo de un gran patrimonio monumental. Es su sencillez y su encanto antiguo el que nos atrae, su cercanía con el mar y la montaña, el sabor de lo típicamente cántabro. Uno de esos lugares a los que te apetece ir siempre.
Foto Vía Centinela del Sendero
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