En el año 201 a.C el ejército romano conquista lo que hoy es Barcelona a los cartagineses. En aquella época parece que el nombre de la ciudad era el de Barca, proveniente de la famosa dinastía cartaginesa. Más adelante los romanos la bautizaron como Barcino, y el célebre emperador Augusto la convirtió en capital de la Laietana con el nombre de Faventia Iulia Augusta Barcino.
De aquella Barcino romana aún nos quedan algunos vestigios en la ciudad, que podemos conocer y visitar si reservamos nuestros hoteles en Barcelona. De ellos cabe destacar sus murallas, construidas entre los siglos II y IV. Dicen los investigadores que las murallas romanas de Barcino eran de las más imponentes que podían encontrarse en el Mediterráneo, de ahí que pronto fuera motivo de disputa (en el año 476 fue nombrada capital del reino visigodo)
Las murallas tenían una altura media de nueve metros y cuatro de grosor, así como unas 65 torres rectangulares y 12 cilíndricas de hasta 18 metros de altura, separadas cada una de ellas por 6-8 metros, y que se situaban en las diferentes esquinas. Precisamente la gran cantidad de torres hizo que a Barcelona se la conociera como la ciudad coronada. Las puertas de la ciudad tenían tres aperturas.
Hoy en día es una pena que, de los 1.270 metros de longitud que tiene el recinto fortificado de estas murallas, que defendieron Barcelona durante más de 600 años, solo pueda apreciarse un tercio. Estas murallas corren por la calle de la Palla, la calle de la Boqueria, la calle de Avinyó y la calle del Correu Vell, aunque en ninguna de estas calles puede verse ya que están tras los edificios.
Para poder tener una visión de las murallas romanas de Barcelona debemos ir a a la calle Subteniente Navarro, junto a la Vía Laietana, y a la parte posterior del edificio de Correos, lugar donde veremos la entrada del acueducto a la ciudad.
Este año parece que podremos tener acceso a otros 40 metros más de muralla, ya que se derribarán dos edificios que la ocultan, los números 14 y 16 de la calle del Subteniente Navarro. Un legado como este no podría perderse.
Foto Vía Fotos de Barcelona
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