Para muchos de vosotros Zaragoza es la Basílica del Pilar, los puentes sobre el Ebro y el Palacio de la Aljafería. Los que hemos tenido la suerte de pasear por su centro histórico hemos descubierto otras joyas y secretos que permanecen en silencio durante siglos. Hoy quiero hacerle un pequeño reconocimiento a una de las iglesias que más me gustan en la ciudad.
Se trata de la Iglesia de Santa María Magdalena, situada muy cerca del Coso, que rodea la parte vieja de la ciudad, y del Teatro Romano. Cuando acudía a mi buscador de vuelos para reservar mi viaje a Zaragoza no tenía conocimiento de esta iglesia del siglo XIV. Ahora, cada vez que voy a la capital maña, mi primera visita siempre es a este lugar.
Me encanta la sencillez de su arquitectura mudéjar, su silueta enmarcada o escondida tras los árboles, como una tímida señora de piedra. Aún así levanta orgullosa su enorme torre mudéjar de azulejos verdes y amarillos. En el interior presenta una sola nave y varias capillas laterales, algo muy típico de las igleisas mudéjares aragonesas. Se puede subir a la cima de la torre a través de unas escaleras interiores.
Esta iglesia fe construida sobre una antigua de origen románico, y notaréis la restauración barroca que se le realizó en el siglo XVIII. La portada original se halla en la calle Mayor, aunque para mí lo mejor es la vista de la torre, de planta cuadrada, y el interior, con el conjunto escultórico del retablo mayor y las imágenes de la nave que datan del siglo XVIII, todo ello de claro componente barroco.
Me encanta hacerle fotos a la decoración del cuerpo de la torre, con sus frisos, rombos y otras figuras geométricas. Es una pena que no sea tan conocida, ya que forma parte de las iglesias mudéjares de la ciudad, y tal vez de las más antiguas. Aprovechar para entrar en ella cuando haya misa, ya que luego suele permanecer cerrada.
Un consejo: la torre se ilumina de noche y es una verdadera preciosidad.
Foto Vía Zaragoza Boda
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