Leí una vez en un folleto turístico que Granada, además de Alhambra, es Albaicín y Sacromonte. Sé que la ciudad andaluza tiene muchos otros encantos, pero tal vez estos tres sean de los más imprescindibles. Y a fe que cuando uno visita las cuevas del Sacromonte se da cuenta que no hay nada más cierto…
Aquí en las cuevas del Sacromonte parece dormir el flamenco hasta que explota en una amalgama de colores y sentimientos cada noche. Este barrio gitano es uno de los grandes escaparates del arte en Andalucía. Al abrigo de sus milenarias cuevas, el embrujo ancestral de la pasión, el baile y el cante, provoca un laberinto de emociones entre los turistas.
Tanto si habéis venido a Granada para disfrutar de su magia, como si habéis reservado vuestros hoteles en Sierra Nevada para aventuraros en el corazón de la nieve, os recomiendo asistir alguna noche a uno de estos espectáculos flamencos. Hay hoteles y oficinas de turismo que ofrecen a los turistas paquetes para asistir a ellos, que incluyen recogida en el hotel, entrada y consumición (a veces cena), así como un paseo posterior por el barrio del Albaicín y sus miradores.
La mayoría de las cuevas del Sacromonte llevan el nombre de los grandes artistas que actuaron o vivieron en ellas. Las más conocidas son la de Lola Medina, el Pitilin, Manolo Amaya, la Golondrina, la Faraona o la de María la Canastera.
A la llegada de los turistas se disponen unos asientos para asistir al espectáculo. Se sirve la consumición, o la cena, según hayamos adquirido, y al instante todo comienza. El rasgueo de la guitarra y el cante, el taconeo sobre las tablas del escenario, es el inicio del duende que sobrevuela la cueva de emociones y sentimientos.
Es imposible no sentirse embaucado por la noche que desprende, como una zambra de sangre y fuego, el barrio del Sacromonte. En sus cuevas el sonido de la guitarra rasgará la oscuridad en un aquelarre de pasión. El arte no duerme en Granada.
Foto Vía Spain Online
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