Hace poco tuve la oportunidad de visitar el Parque Nacional de Timanfaya en Lanzarote, una experiencia muy educativa y llena de sensaciones. Lanzarote fue devastada por una serie de erupciones volcánicas durante seis años en 1730. Once poblaciones fueron enterradas bajo la lava fundida. Las tierras fértiles fueron arrasadas. Pero, lo más curioso de todo, no hubo que lamentar ninguna víctima mortal.
Hoy en día, toda esta zona devastada es, curiosamente, un parque nacional, el de Timanfaya, declarado como tal en 1974. Hasta allí que nos fuimos para descubrirlo, sin saber que íbamos a pasar un día maravilloso.
Entramos en el parque, justo al norte del pueblo de Yaiza, y nada más acceder a él nos estaban esperando una larga fila de camellos para dar un pequeño paseo por Timanfaya. Realmente, nunca fui partidario de hacer una visita a algo montado sobre un camello, pero ahí que nos montamos, con las consiguientes fotografías de rigor.
Otra posibilidad, quizás un poco más cómoda, sea recorrer el parque en el autobús turístico, en una hora de recorrido desde el Islote de Hilario. En el autobús, un guía nos da cuenta de los lugares en donde aún se pueden ver restos de las erupciones de 1730. El paisaje resulta bastante inquietante, sobre todo por las cavernas formadas por la fuerza de las lenguas de lava, que formaron cráteres y otras figuras.
Me resultó un lugar bastante misterioso, la verdad, muy interesante. Es como si caminarámos sobre la historia natural de la isla. Resulta un paisaje fantástico.
Al final del recorrido del autobús, nos sumamos al resto de turistas que presenciaban la preciosa estampa de las Montañas de Fuego. Existe en sus alrededores mucha arena volcánica que podéis coger y observar a simple vista. Os puedo asegurar que, para los niños, resulta un recorrido singular y estupendo.
Un poco cansados ya del camino, reponemos fuerzas en el Restaurante el Diablo. Aquí la lava se convierte en una suculenta parrilla. Desde aquí tomamos nota de las vistas panorámicas de este paisaje casi lunar, un restaurante diseñado, como casi todo en esta isla, por César Manrique. Uno de los camareros del bar nos dijo que el olivo solitario que se puede ver desde el restaurante sobrevivió a las erupciones volcánicas. ¿Será cierto?
Foto Vía Tripadvisor
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