Cuando lo tenéis frente a vosotros, después de haberlo visto tantas veces en imágenes, fotografías y televisión, no podéis por menos que pensar cómo diablos pudieron hacer todo esto los romanos. Sin duda, es una auténtica obra de arte de la ingeniería. Para colmo, después de dos mil años, aún sigue funcionando casi como el primer día. Por algo el Acueducto de Segovia es Patrimonio de la Humanidad.
Ha resistido a tormentas, terremotos y ventiscas. Todas estas hazañas elevan a este monumento en algo más que un simple acueducto a una obra maestra de la ingeniería. Lo más curioso del caso es que sus más de 20.400 bloques de piedra no están unidos con hormigón normal y corriente. No, no… Simplemente se mantienen gracias a un equilibrio de fuerzas que lo hacen vulnerable a la acción deliberada del hombre.
El Acueducto de Segovia se puede decir que nace cerca de la carretera que nos lleva hasta el espléndido Palacio de la Granja de San Ildefonso. Allí capturaba las aguas cristalinas del río Frío, en un lugar llamado la Acebeda. Sus primeros arcos son simples, y llevaban el agua de la ciudad a través de 18 kilómetros, a un lugar conocido como el Caserón. Allí, en una cisterna, el agua se depuraba, para continuar su viaje.
De ahí llega a la Plaza Díaz Sanz, para continuar a través de 88 arcos dobles impresionantes. Su altura máxima es de 28 metros, la que se encuentra en la Plaza del Azoguejo. Esta hazaña de la ingeniería fue capaz de pasar por alto la depresión del río Clamores, y alcanzar el espolón rocoso sobre el que descansa el Alcázar de Segovia.
La trayectoria más conocida popularmente del acueducto cubre una distancia de 278 metros. En ella los arcos se dividen en dos niveles, en la parte conocida como el Puente del Diablo.
Se cuenta que, en el siglo IX, cuando la ciudad fue conquistada por los musulmanes, Al-Mamún de Toledo destruyó algunos de los arcos, que fueron restaurados en el siglo XV por orden de los Reyes Católicos, quienes también sustituyeron a los dioses paganos que había en el acueducto, por imágenes de la Virgen y de San Esteban.
Desgraciadamente, en los últimos años el acueducto ha sufrido el deterioro de la contaminación del tráfico, así como el paso natural del tiempo y la erosión de la piedra. Desde hace unos años se viene llevando a cabo un delicado proceso de restauración, para este insigne monumento que incluso forma parte del escudo de armas de la ciudad de Segovia.
Foto Vía Mietinho
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