En los últimos años ha crecido de manera considerable el número de personas que toma la decisión de realizar una viaje a Japón, fundamentalmente en su luna de miel. Eso es debido, entre otras cosas, a que se ofrecen interesantes paquetes Japón-Bali y, sobre todo, a que el país nipón brinda a sus turistas la posibilidad de descubrir rincones realmente singulares y fascinantes. Por supuesto, sin olvidar que ese destino está ahora mucho más accesible gracias a agencias y plataformas que ofrecen los viajes más baratos.
Sea como sea, quienes decidan viajar hasta esas tierras deben saber que podrán aprovechar su estancia no sólo para conocer lugares típicos, como el Castillo de Himeji o el Palacio Imperial en Tokio, sino también espacios que no tienen parangón en otro lugar del mundo. En concreto, quienes vayan a ir al país, después de elegir su traslado en el mejor buscador de vuelos, deben realizar una lista de espacios de obligada visita por su singularidad. Y entre estos se deben encontrar los dos siguientes:
El Gran Bosque de Bambú
En Houkokuji, a muy pocos kilómetros de la ciudad de Kyoto, es donde se encuentra situado este rincón, que se ha convertido en uno de los más turísticos de todo Japón. Y es que nadie quiere perderse la oportunidad de visitar esa auténtica maravilla de la naturaleza que, como su propio nombre indica, tiene como protagonista al bambú.
Un total de cincuenta especies diferentes de esta planta son las que pueden encontrarse en este bosque y algunas de ellas superan los veinte metros de altura. Mágico, relajante y especial es el lugar que puede visitarse cómodamente a través de las distintas rutas senderistas existentes.
Las Aguas Termales de Sangre
Infierno de Japón. Así es como se conoce también al conjunto de nueve termas naturales que se ubican en Beppu y que reciben su nombre del color rojo del agua. Esto es debido fundamentalmente al alto contenido en hierro que poseen.
El espectáculo visual que se tiene delante es lo que más sorprende a los visitantes. No obstante, también pueden aprovechar para darse un baño, ya que se considera que estas aguas tienen poderes sanadores y son capaces de curar ciertas dolencias. Tanto es así que ya incluso en el siglo VIII, durante los enfrentamientos contra los mongoles, el samurai Yoriyasu no dudaba en llevar hasta allí a sus soldados para que pudieran recuperarse de sus heridas producidas en el campo de batalla.
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