A pesar del frío y la nieve que suele haber en la mayor parte de las provincias castellanas durante el invierno, esta zona es un magnífico lugar para darnos una pequeña escapada rural y disfrutar de los encantos que nos ofrece la calma de sus pueblos y el sugerente panorama de sus paisajes nevados.
Apenas treinta kilómetros al oeste de Soria se halla la pequeña villa de Calatañazor, considerada una de las más antiguas de esta provincia. Situada sobre un cerro dominado por una fortaleza y rodeado de un hondo precipicio, es uno de esos pueblos de carácter medieval en los que perderse un unos días de vacaciones.
Calatañazor podríamos definirlo como un pueblo de piedra con casas de adobe y balconadas de madera. Posiblemente esa sea la imagen que nos llevemos de recuerdo de un lugar tranquilo, empedrado y apacible que no cuenta con grandes monumentos pero sí con un encanto fuera de toda duda.