Hacía años que no recorría la costa sur mallorquina y, a decir verdad, me la he encontrado un poco cambiada. De unos años a esta parte el abuso constructivo ha variado buena parte de su fisonomía, con demasiadas urbanizaciones, hoteles y demás. No por ello tenemos que pensar que la belleza y su interés han menguado, todo lo contrario. Sus paisajes, calas vírgenes y su naturaleza exhuberante siguen siendo sus principales atractivos.
Por eso hoy queremos acercaros a ella, y así recomendarla para vuestros próximos viajes a Mallorca. Santanyí, amén de Palma de Mallorca, claro está, es un punto de inicio estupendo para nuestra ruta. Pequeña y turística población que alberga una hermosa Iglesia de Sant Andreu, del siglo XVIII, o la Porta Murada, uno de los vestigios que aún quedan de las viejas murallas del siglo XVI que defendían la población.
Pocos kilómetros nos separan desde Santanyí de Porto Petro, una de las bahías más íntimas e idílicas del sur de Mallorca. Este es uno de los ejemplos de construcciones masivas de urbanizaciones. Aún recuerdo la solitaria belleza de calas como Cala Llonga, Caló de ses Dones o Cala Gran. Si queréis disfrutar de un atardecer único, os recomiendo Porto Petro.