Recorríamos en coche la provincia de Guadalajara cuando, de repente, nos sorprendió una tormenta bastante curiosa. El día se volvió oscuro y gris, por lo que tuvimos que detenernos en el primer pueblo que nos encontramos. El cartel nos indicaba que estábamos en Campillejo, situado unos sesenta kilómetros al norte de Guadalajara, al pie del Pico Ocejón, de más de dos mil metros de altura.
Curiosamente la arquitectura popular de este pueblo parece que iba en consonancia con el color de la tarde. Sus edificios de piedra oscura y de pizarra me llamaron mucho la atención. Quizás no sería un lugar para pasar unas largas vacaciones, pero lo que está claro es que en Campillejo se pueden ver muchas cosas curiosas.
Sus edificios están construidos con piedra negra y rojiza, dejando los huecos para las puertas y las ventanas. Os puedo asegurar que desde la distancia parecen construcciones frágiles, como el puente que hay que cruzar para llegar al pueblo, pero al tocar la piedra se ve dura y muy resistente.
Dicen que en invierno el pueblo casi se queda vacío, aunque debe ser una delicia contemplar el contraste de la nieve y la oscuridad de la pizarra. Sin embargo, en verano el pueblo se anima con la llegada de los que se marcharon en su momento, en busca de una nueva vida. Todo se alegra y parece que el color vuelve a sus rincones.
Lo que está claro es que Campillejo es uno de esos pueblos rodeados de paz, tranquilidad y silencio. La belleza natural de los alrededores invita a pasar un fin de semana de turismo rural, alejados del bullicio y el estrés de las grandes ciudades. De vez en cuando viene muy bien desconectar de todo, y en Campillejo se logra totalmente.
Prados verdes, muros y cercas de pizarra, arroyos de agua cristalina… Seguro que no estaría mal perderse por la cercana Sierra del Robledal y descubrir algunas rutas de senderismo interesantes. Y es que Campillejo es uno de esos pueblos que cambia de color con el paso de las estaciones, lo que hace que cualquier época del año sea buena para visitarlo.
Os recomendamos también hacer un recorrido turístico por la ruta de los pueblos negros de Guadalajara, llamados así porque precisamente se caracterizan por su oscura arquitectura de pizarra. Campillejo es el primer pueblo de esta ruta, una maravilla que conocimos gracias a una tormenta. Casualidades del buen viajero, ¿no?.
Foto Vía Casa Turismo Rural
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