Cuando suelo escaparme en invierno hasta Arenas de San Pedro, situado a unos 80 kilómetros al sur de Ávila, muchos me dicen que ando un poco loco, con el frío que debe hacer por allá. Pero es que este bonito pueblo abulense se me hace irresistible. Tranquilo, íntimo, acogedor, su silueta blanca a orillas de la Sierra de Gredos me resulta reparadora para el alma y el espíritu.
Como capital del Alto Tiétar, Arenas de San Pedro es un rincón con una interesante historia. ¿Sabíais que en su castillo, que lleva el nombre tan sugerente de Castillo de la Triste Condesa, vivió el famoso caballero Don Álvaro de Luna?. Construido en el siglo XV, su nombre le viene de haber sido el retiro doloroso de la esposa de Don Álvaro, tras ser ejecutado por el rey Juan II.
La oscuridad de sus muros, dicen algunos lugareños, fue el legado que dejó la honda pena de la condesa. Allí vivió llorando la muerte de su esposo hasta el resto de sus días.
Arenas de San Pedro es también su Palacio del Infante Don Luis de Borbón, o el Convento de San Pedro de Alcántara, situado a las afueras del pueblo. Fue el propio San Pedro de Alcántara, confesor de Santa Teresa de Jesús, quien fundó el convento en 1561. Un año más tarde, allí sería enterrado el santo.
Pasear por el centro histórico de Arenas de San Pedro es un placer, tanto por el encanto de la villa, como por el nombre de algunas de sus calles y plazas. Siempre he evocado en ellas historias antiguas, leyendas que tal vez fueron realidad siglos atrás. Lugares como la Casa de los Picos, la Cruz del Mentidero, la Plazuela de las Monjas, la Calla de la Triste Condesa o el antiguo barrio judío.
Es una pena que la Guerra de la Independencia destruyera buena parte del patrimonio de Arenas de San Pedro, ya que quizás ahora mismo estaríamos hablando de uno de los rincones más emotivos e históricos de España.
Aún así, cada vez que cruzo a pie el puente medieval de piedra sobre el río, puerta de entrada a Arenas de San Pedro, cierro los ojos y respiro la belleza y la historia de un lugar privilegiado. ¿Frío?. Sí, pero, ¿qué importa?.
Foto Vía Mundo Fotos
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