En tiempos de los musulmanes en España, la familia bereber de los Banu Razín creó un auténtico estado independiente, luego controlado por el rey musulmán de Murcia. Un pequeño reino de taifa del que precisamente hoy procede el nombre de uno de los pueblos más bonitos y singulares de España.
Albarracín es Monumento Nacional desde 1961 y es la disposición del terreno la que tal vez marca el recorrido por el pueblo. O bien son las emociones y los recuerdos que nos llevan de nuevo hasta allí, uno de esos destinos que quedan marcados en la memoria por su carácter y su impronta.
Si tenéis pensado hacer turismo en Albarracín nada mejor que subir por sus vertiginosas murallas, las que rodean el perfil medieval del pueblo. Un lugar emplazado por la silueta de tres castillos: el principal, de murallas sin torres; el del Andador y el de Doña Blanca. Hoy pueden verse fácilmente los tres caminos que conducen hasta cada uno de ellos.
Dicen los lugareños de Albarracín que para subir a las murallas no hay que tener ni vértigo ni miedo al sol. Es precisamente al atardecer cuando os recomendamos la subida, para disfrutar de la amplia gama de colores que el astro rey deposita sobre el pueblo. Las vistas son únicas e irrepetibles.
Los caminos que llevan hasta la cima del recinto amurallado son estrechos y de gran altura. No es realmente una subida demasiado sencilla, porque hay que mirar bien dónde se pisa. Lo del vértigo no era broma, en absoluto. Pero un vértigo que se ve recompensado con la panorámica.
La mirada milenaria de las torres de La Engarrada y el Andador van guiando nuestros pasos. Una vez arriba hay una puerta abierta sobre la muralla desde la que se contempla toda la vega del río Guadalaviar y el barrio del Arrabal. También se puede subir hasta la Torre del Andador, situada a 1.240 metros de altura.
Sea como fuere, Albarracín posee un casco histórico medieval de gran belleza. Sus murallas comenzaron a construirse a partir del siglo X y fueron rehabilitadas y reconstruidas tras la reconquista debido a su carácter de ciudad fronteriza.
Afortunadamente hoy tenemos la suerte de poder subir por ellas y disfrutar de uno de los mayores placeres medievales que aún nos quedan.
Foto Vía Fotos de Hoy
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