Sevilla, como ya bien dice la canción, tiene un color especial. Un color que, al llegar la primavera, se acentúa tanto para el sentido de la vista como para el del olfato. El azahar que cubre sus calles y plazas es el preámbulo del buen tiempo, la Semana Santa y la Feria de Abril, los grandes eventos de esta capital andaluza.
Uno de los rincones de la ciudad por los que se derrama la efervescencia de la primavera es los Jardines de Murillo. Con sus más de ocho mil metros cuadrados, lo podéis encontrar en pleno centro de la ciudad, dentro del famoso Barrio de Santa Cruz y junto a los Jardines de los Reales Alcazáres y los Jardines de Catalina de Ribera.
Es un enorme espacio verde que se considera de visita imprescindible si tenéis reservados vuestros hoteles en Sevilla. Fue diseñado en la segunda década del siglo XX por el arquitecto municipal Juan Talavera y Heredia, y ya desde 1918 se le conoce con su nombre actual (cerca de su emplazamiento, precisamente, había vivido el pintor, de ahí que se escogiera a este artista para su mención)
Los Jardines de Murillo están conformados por una serie de setos y pavimentos. A medida que paseamos por él vamos descubriendo diferentes rotondas, fuentes, bancos de piedra con azulejos y parterres. De estas glorietas la más destacada es la del pintor José García Ramos.
Un buen lugar para pasear tras un día de turismo, o para tomar un poco el fresco respirando aire puro. Asimismo la enorme variedad botánico que ofrece hace que también sea un rincón más que interesante para los aficionados de esta ciencia. Desde el 2002, tanto los Jardines de Murillo como el Paseo de Catalina de Ribera están declarados Bien de Interés Cultural con la categoría de Jardín Histórico.
Os recomiendo el paseo por este jardín, un enorme espacio verde, de los más conocidos de la ciudad. Os gustará su placides, un oasis en medio del bullicio de la ciudad.
Foto Vía Blue Boy Spain
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