Lugares recónditos de España nos deparan diferentes sorpresas. Por ejemplo, la ruta típica de Zaragoza nos hace ver la Catedral dedicada a Pilar o la “pilarica” y en realidad poco más. No obstante, la misma capital aragonesa nos depara diferentes sorpresas como el que ahora vamos a presentar.
Se trata de la Cripta de la Iglesia de Santa Engracia, cripta que tiene su origen en tiempos romanos. Su origen es la antigua necrópolis cristiano-romana sobe la cual fue construido el Monasterio Jerónimo de Santa Engracia, monasterio que hoy se ha reconvertido en iglesia. Así, el lugar nos depará más de una sorpresa como su ambiente misterioso (debido a su historia pues refleja el gran número de víctimas que sufrieron los cristianos en las primeras persecuciones del siglo III, cuando la ciudad ya era desde entonces sede episcopal) y dos sarcófagos del siglo IV.
El nombre de los sarcófagos es, por una parte el de la Receptio Animae y, por otra, la Trilogía Petrina. El primer sarcófago se conoce también como el de la Asunción y tiene un friso continuo con decoración tanto en el frontal como en los laterales. Los temas representados en el frontal tratan de diversos milagros y curaciones, mientras que en los laterales aparecen escenas donde Dios entrega los símbolos del trabajo a Adán y Eva y la expulsión de estos del Paraíso. Parece que el sarcófago se hizo entre los años 330 y 340 en Roma.
El otro sarcófago, el de la Trilogía Petrina data de una década más tarde y sirve en la actualidad como mesa del altar. La decoración se concentra en la frontal aunque quizás lo más interesante sea la decoración de la parte izquierda, de las escenas de la vida de San Pedro, que nos demuestran que ya era venerado por aquel entonces.
Otro detalle interesante del lugar es la portada, lo único que queda del antiguo Monasterio Jerónimo de Santa Engracia. El Monasterio y por lo tanto la portada fueron fundados por el rey Juan II en agradecimiento por la curación de sus cataratas y continuó su construcción el rey Fernando el Católico. Tuvo que ser el emperador Carlos quien terminara la obra. Así, la portada sufrió diversos daños en los varios sitios que ha vivido Zaragoza en su historia y fue obra del escultor Carlos Palao su recuperación, el cual completó e incluso repuso enteramente algunas de las figuras originales de la portada.
FOTO VÍA: Ten Siempre Flores
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