Hace frío, pero bien pertrechados con nuestro gorro, guantes, abrigo y bufanda, hoy nos hemos decidido a dar una vuelta por el centro histórico de Bilbao. El Casco Viejo de la ciudad vasca es un atractivo singular que no debemos perdernos. Calles estrechas, comercios, mercados, ajetreos… y edificios de indudable valor histórico y artístico.
Entre esas callejuelas y ese bullicio constante, llegamos hasta la Catedral de Santiago, situada en la plaza del mismo nombre, la construcción más alta de este Casco Viejo, y uno de esos edificios que tenemos que visitar sin ninguna duda si reserváis vuestros vuelos baratos a Bilbao.
Su origen tenemos que situarlo a finales del siglo XIV y principios del XV, construida sobre una antigua ermita a Santiago que ya existía a finales del siglo XIII, y desde un principio se dedicó a este santo, patrón de la ciudad, por la gran cantidad de peregrinos que pasaban por Bilbao de camino a Compostela.
A mí particularmente es un templo que me gusta bastante, especialmente porque no es de esas catedrales góticas inmensas y enormes, sino que, dentro de su sencillez, es muy hermosa.
Lo primero que nos encontramos en la Plaza de Santiago, su fachada, es de estilo neogótico del siglo XIX, con un magnífico rosetón, las estatuas de San Pedro y San Pablo a ambos lados de la puerta y, sobre todo, su magnífica torre, que se levanta sobre todos los edificios del Casco Viejo y que alberga un conjunto de siete campanas de principios del siglo XX.
Ya en su interior, de planta de cruz latina, tres naves y un total de quince capillas consagradas, hay numerosos detalles que no debemos pasar por alto. Entre ellos os destacamos el retablo mayor y el pórtico, ambos del siglo XVI y de estilo renacentista, o la Piedad del siglo XVII.
Lo curioso del caso es que no resulta una iglesia demasiado conocida, quizás un tanto ensombrecida por la Basílica de Begoña. Aún así, es un templo imponente dentro de la sencillez que os comentábamos anteriormente.
Foto Vía Urbe Bilbao
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