Tan histórica es Salamanca que hasta los romanos pasaron por aquí. Ellos la conocían como Salmántica, y de entre los ejemplos de aquella época que nos quedan en la ciudad os destacamos el Puente Romano, lugar que hoy cruzamos y visitamos. Situado sobre el río Tormes, se cree que fue construido sobre el siglo I.
Aún así no se sabe muy bien la época en la que fue construido, ya que se habla tanto de los tiempos del emperador Augusto como de Trajano. Lo que sí se sabe es que los primeros quince arcos son aún originales, mientras que el resto son productos de sucesivas reformas y restauraciones, concretamente del siglo XVII.
Este Puente Romano de Salamanca mide 190 metros de largo, y contaba con 26 arcos, aunque hoy sólo se conservan quince. Hoy en día es un puente completamente peatonal, y para visitarlo os recomiendo hacerlo de noche, ya que se ilumina y las vistas de la Catedral de Salamanca y el centro histórico al fondo son una de las mejores siluetas de la ciudad.
En la antigüedad servía para entrar en la ciudad y formaba parte de la importante Vía de la Plata, uniendo Mérida con Astorga. Puente que cruza hasta el Arrabal, durante la Edad Media se le conocía como la Calzada de la Guinea. Si os fijáis, en el centro del puente se ve un verraco ibérico o toro, que aparece en el escudo de la ciudad, y a la entrada un grupo escultórico del Lazarillo de Tormes en compañía del ciego.
Cruzar este puente es cruzar el monumento más antiguo de la ciudad, pasar por encima de su historia, contemplar unas vistas preciosas del Tormes, la Catedral, el casco viejo. De noche es una verdadera maravilla la luz que se proyecta desde él sobre el templo catedralicio.
Fijaros lo que son las construcciones antiguas… A principios del siglo XX se construyó un puente nuevo, en el que se colocó un cartel que decía: «Atención, vehículos de más de 18 toneladas pasen por el puente romano»… Si es que además de una maravilla, resisten como nadie…
Foto Vía Pbase
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