Este viaje es de esas estampas que te marcan durante mucho tiempo, fotografías que guardas con el mejor de los recuerdos. En el interior de la provincia de Tarragona, tras una sinuosa carretera a través de las Montañas de Prades, llegamos hoy al Monasterio de Poblet. En coche, tren, autobús o reservando algunos vuelos baratos, es un lugar que no debéis perderos.
Se trata de un monasterio cisterciense que data del siglo XII. Los primeros monjes que llegarón hasta aquí venían del Monasterio de Montfroide en Francia. Lugar místico desde el principio de los tiempos, el sonido de la naturaleza, los valles fértiles de los alrededores y la fuente del interior del claustro parece que fueron los únicos ruidos de la zona durante siglos.
Aunque hoy ya no se puede ver todo el conjunto del monasterio, sigue siendo una verdadera maravilla. Hay que recordar que Poblet fue el último rincón que pudieron mantener los musulmanes en Cataluña, de ahí que rápidamente el monasterio se convirtiera en uno de los centro cistercienses más importantes de España.
Sin ir más lejos, Pedro el Ceremonioso lo escogió como Panteón Real. Y es que el paraje que lo rodea, el bosque de Poblet, es sencillamente místico y espiritual. Sin embargo, su decadencia llegó a partir del siglo XVIII, llegando a ser saqueado e incendiado durante las guerras carlistas. Afortunadamente, fue restaurado en la década de 1940, y forma parte de la lista de Patrimonios de la Humanidad por la UNESCO.
Accedemos al monasterio por la llamada Puerta Real, dos enormes torres de estilo gótico. Nada más entrar lo primero que veremos es la bodega, una impresionante sala donde los monjes almacenaban el vino. Hoy en día, el piso superior de la bodega alberga un museo donde conocer la historia del monasterio.
Tras la bodega se halla el refectorio, que servía de comedor para la comunidad de monjes en el siglo XIII, y a su derecha un precioso claustro. A mí particularmente me maravilló el templete románico que protege la fuente del centro.
Tras el claustro llegamos a la Sala Capitular, donde se encuentran las tumbas de once abades que vivieron entre los siglos XIV y XVI. A su lado veréis la biblioteca, antiguo escritorio del siglo XVII, y el dormitorio, al que se llegaba subiendo por unas escaleras desde la iglesia.
Es precisamente la iglesia la última de la visita que hacemos. Destacamos el retablo central de alabastro, realizado en el siglo XVI, y los sepulcros reales, justo a los lados del crucero. La iglesia data del siglo XII, y es una verdadera maravilla.
Ni que decir tiene que el Monasterio de Poblet es uno de esos lugares que os cautiva desde el primer momento. Tenéis que hacer todo lo posible por visitarlo si estáis en la provincia de Tarragona.
Foto Vía Vikingo’s Pub
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